Normalizar la visita al psicólogo/a
La creencia popular «el psicólogo es para los «locos»», es una creencia totalmente errónea, no se necesita estar «loco» o padecer graves desórdenes mentales para acudir a terapia psicológica. Todos en algún momento de nuestra vida nos enfrentamos a situaciones que nos resulta complicado resolver sin ayuda externa, estas situaciones pueden ser de diversa índole y no tienen porqué necesariamente estar relacionadas con grandes desgracias que provocan un gran desequilibrio emocional, la terapia psicológica puede ir desde cambiar un pequeño hábito a dar solución a un problema grave de salud mental. Por otro lado tenemos los pensamientos, las emociones y la conducta, ejercer un control sobre nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestra conducta, no siempre es fácil y puede que necesitemos ayuda para gestionarlos. Entender el funcionamiento de nuestra propia mente y cómo ésta influye en nuestro día a día es una de las principales tareas que tiene por delante el psicólogo/a.
El psicólogo/a es un profesional especializado, un científico del comportamiento humano que cuenta con unas herramientas metodológicas y con técnicas que le permiten realizar una evaluación, establecer un diagnostico (si lo hay) y proponer un tratamiento para abordar las diferentes problemáticas o dificultades y ayudarles a entender los motivos de su malestar.
La sociedad sigue siendo en cierta manera reticente a acudir al psicólogo/a y alguno de los motivos que pueden llevar a una persona a no dar el paso están muy relacionados con las funciones que socialmente se atribuye a los psicólogos/as y queremos aprovechar este post para desmentir y aclarar cual es en realidad la labor y el desempeño de ésta profesión.
Los psicólogos estamos acostumbrados a escuchar a menudo que servimos para escuchar, para que la gente se desahogue, para dar consejos y ayudar a las personas a que se conozcan más a sí mismas. Pero en realidad ninguna de estas funciones debe ser el objetivo de ninguna intervención de un buen psicólogo/a. Si bien es cierto que cuándo las personas acuden a nuestras consultas se desahogan y aprovechan ese espacio para decir todo aquello que piensan sin miedo a ser juzgados y con la seguridad de que todo lo que se diga es estrictamente confidencial, pero existen maneras más baratas de desahogarse, por ejemplo con los amigos, por tanto en ningún caso una consulta psicológica debe reducirse a un espacio de desahogo y charla.
Ir al psicólogo/a nunca debe significar sentarse en una silla durante una hora, explicar nuestros problemas, recibir algún consejo e irnos para casa. Ir a un psicólogo/a, o al menos a un buen psicólogo/a implica explicar a un profesional nuestras dificultades o problemáticas y que éste nos proporcione diferentes técnicas o estrategias (siempre avaladas empíricamente) que asegure la modificación de todo aquello que nos hace perder la estabilidad emocional o que nos provocan malestar y mejorar nuestra calidad de vida. Ir al psicólogo/a implica conocer el funcionamiento de la mente humana, entender que variables son las que influyen en nuestro bienestar y aplicar las técnicas que se han demostrado científicamente efectivas para trabajar y modificar las diferentes problemáticas.
Entonces, cuándo sé si debo o no acudir al psicólogo?
En internet encontraréis guías sobre cuándo y con qué tipo de problemáticas se debe acudir al psicólogo/a. Desde mi parecer, me resulta totalmente imposible determinar qué tipo de problemas o dificultades deben ser motivo de consulta. Os preguntaréis por qué? Todas las personas somos diferentes, esto implica que cada uno de nosotros reaccionamos diferente ante un mismo suceso, por ello me parece absurdo hablar de que problemáticas pueden requerir ayuda profesional, puesto que ante un mismo problema puede suceder que algunas personas requieran de ésta ayuda y puede que otras no. Lo importante es saber detectar en qué momento un suceso, una situación, un pensamiento o una dificultad incide en nuestra vida de forma que empiezan a surgir cambios en nuestra rutina que nos hacen disminuir nuestro bienestar, es entonces cuando no debo tener miedo y pedir ayuda. Recuerda que no es necesario que suceda o padezcas un problema grave, para requerir ayuda psicológica.
Conozco a Patricia hace ya unos añitos y sólo puedo decir maravillas de ella. Coincidimos en un trabajo y demostró ser una excelente profesional. Sus pacientes estaban encantados con ella, hecho que no me sorprende por su enorme implicación y dedicación a cada caso. Era un lujo contar con ella en el equipo.
Como persona aún es mejor todavía, atenta, cariñosa, empática y dispuesta a ayudar en todo lo que sea posible. Es de este tipo de personas que su sola presencia reconforta.
La recomendaría con los ojos cerrados, no hay muchas personas y profesionales como ella.
Un saludo enorme
Muchas gracias por todos y cada uno de esos comentarios. La satisfacción fue mía de poder trabajar con una profesional y persona como tú. Eres muy especial para mí, tanto en lo laboral como en lo personal. Un saludo Judith.